LA PATRIA BOBA 2021

LA PATRIA BOBA 2021

Por: JESÚS VIDES

«Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro». Esas fueron las últimas palabras del Libertador Simón Bolívar minutos antes de su muerte en una reflexión tardía porque el país estaba dividido en dos bandos debido a su enfrentamiento con el general Francisco de Paula Santander. Se dice que esas dos facciones fueron la semilla de los partidos Conservador y Liberal. Tal vez Bolívar tuvo sentimientos de culpa, pero hay que decir a su favor que esa división ideológica del país se había iniciado casi veinte años atrás cuando los Centralistas, encabezados por Antonio Nariño, se enfrentaron a los Federalistas de Camilo Torres, en una guerra fratricida que causó cientos de miles de muertos, en un periodo que fue llamado la Patria Boba, debido a que mientras nos matábamos entre hermanos, España llevó a cabo la sangrienta Reconquista encabezada por Pablo Morillo. Posteriormente nos volvió a independizar de manera definitiva Simón Bolívar.

Cuenta la historia que Hitler una vez creado su partido Nacional Socialista (Nazi) y ya contando con millones de seguidores le dijo a Goebbels:

—Hay que uniformarlos, dales una gorra o un kepis que a la gente le gusta ponerse algo en la cabeza, así se sienten más importantes, sueñan ser parte de algo, de una élite. Eso lo aprendí de Mussolini que vistió a sus seguidores de negro y todos en Italia querían pertenecer a las Camisas Negras. Vamos a darles también banderines, al pueblo le gusta ondear su bandera.

No sé si el líder alemán tuvo razón, pero eso le dio resultado pues se convirtió en unos de los líderes más carismáticos de la historia. La gente sentía un delirio enfermizo por él. Lamentablemente lo utilizó para el mal y terminó mal.

En Colombia parece que nada ha cambiado desde la primera semilla de la división.

Hace un tiempo tuve la oportunidad de ir a mi pueblo, La Jagua de Ibirico (Cesar) que se encontraba en plena campaña política por la Alcaldía Municipal y en mi acostumbrado recorrido familiar visité a un primo que me recibió eufórico vestido con camiseta y cachucha roja y me dijo:

—¡Yo soy Didierista, soy del León!

—¡Qué buenooo, felicitaciones! —Contesté.

Me abrazó con una alegría fraterna y orgulloso de su indumentaria. Después de departir un rato seguí mi recorrido familiar y me recibe con los brazos abiertos una prima con gorra y camiseta verde y al abrazarme gritó:

—¡Yo soy Ovelista, hasta la cacha!

—¡Qué buenooo, felicitaciones! —Volví a contestar.

Al salir de allí una de mis hermanas casi me regañó:

—¡¿Oye, tú a que juegas, de que bando eres, le pelaste el diente a ambas partes, defínete, tú allá en Bogotá de quién eres?!

—Bueno… —Le respondí dudoso, pero me interrumpió.

—¡Fartooo, tú lo que eres es un blandengue! —Me gritó.

Poco después vi en las redes las diferentes manifestaciones con lleno total, una marea roja por aquí, una marea verde por allá, todos forrados de pies a cabeza, con sus banderitas exclusivas, con los colores de su movimiento. Se veían felices. Pero me surgía una inquietud: ¿Por qué la prima y el primo no se hablaban?

Un día cualquiera acá en la fría Bogotá, muy de madrugada, estacioné a la salida de mi conjunto en el puesto de tinto y empanadas de la eterna doña Rosita. Estaba refunfuñando y hablando malhumorada. Le pregunté:

—¿Por qué tan enojada, doña Rosita?

—Estoy mamada de las peleas de mis hermanos, ¡son unos imbéciles!

»Mi hermano Gonzalo es médico, especializado en no sé qué cosa y otra cosa, más otras cosas rimbombantes y es dizque Uribista. Mi otro hermano Santiago es abogado, también con especializaciones y títulos de toda clase que ni siquiera sé pronunciar, es dizque Petrista. La que se quedó bruta por bruta fui yo. No quise estudiar por casarme muy joven, nunca escuché a mis papás. Sin embargo, creo que soy más inteligente que ese par de burros, que tienen dividida a la familia por sus jodas políticas.

—Caramba vecina… Conozco a sus hermanos, los doctores son buenas personas —Acoté.

—¡Estos “Inteligentes” no se hablan, no dejan que sus hijos se comuniquen entre sí, mis cuñadas les siguen el juego, la única forma para reunir a la familia es que como yo soy la hermana mayor los cito en mi casa en los cumpleaños, primeras comuniones y no se pueden negar a ir, porque me yo si me hago respetar! Llegan sin hablarse, pero al cabo de un tiempo empiezan a tirarse indirectazos. Que Uribe esto, más esto y más aquello. Que Petro lo otro, más lo otro y aquello otro. Van subiendo el tono de voz y empiezan a ofenderse. Yo los escucho en la cocina preparando el almuerzo, diciéndole a mis hijas: ¡Espero que sus títulos universitarios no las embrutezcan como a sus tíos!

—Vecina, tal vez es que esos dirigentes son muy extremistas y por eso tienen polarizado al país —Traté de tranquilizarla.

—¡Qué polarizado ni que ocho cuartos, toda la vida se la han pasado en eso! Antes uno era Conservador y el otro Liberal, después uno Pastranista y el otro Samperista, de Serpa de Nohemi Sanín, de No sé quiencito y de No sé quienzote. ¡Eso no es ni por Uribe ni por Petro, es que los colombianos nos venimos matando hace siglos y eso empieza en la familia! ¡Lo único que sé es que sin importar quién es el político de turno en el poder, a mí siempre me toca levantarme a las cuatro de la mañana a hacer las empanadas y preparar el tinto, durante casi cuarenta años y venir a esta esquina religiosamente! Lo mismo Manuel, mi marido, sale todos los días para su taller. ¡Voy a cumplir sesenta años, mis hijas pudieron comer y estudiar gracias a nuestro trabajo! ¿Por qué tengo yo que enemistarme con mi familia, mis amigos y vecinos por unos políticos que ni siquiera conozco? ¡Estoy cansada de los “istas” y de los “ismos”!

—Bueno vecina creo que usted tiene razón… —Me despedí.

Días más tarde intenté comprar unas boletas para el partido de fútbol Millonarios vs Junior en el estadio El Campín. Al llegar a la ventanilla había un letrero grande que decía:

«NO ESTÁ PERMITIDO EL INGRESO A LA HINCHADA VISITANTE»

—Usted tiene pinta de costeño, parece hincha del Junior. No le puedo vender boletas —Me dijo la dependiente.

—Que tristeza no poder ir a disfrutar el fútbol en paz —Le contesté desanimado.

—Si. Esta decisión la tomó la alcaldía, porque hace algunos días, unos hinchas del Nacional casi matan a unos del Santa Fe. Fue un enfrentamiento entre verdes y rojos. Lo siento.

Camino a casa recordé que hace unos años mi hija Lorena por ese entonces con catorce añitos era fanática de Justin Bieber y me pidió de regalo ir al concierto de dicho cantante en ese mismo estadio, me tocó comprarle dos boletas carísimas para ella y su hermana Luisa que hizo de acompañante. Las boletas se agotaron en quince minutos, entraron casi cien mil personas y las niñas iban vestidas de color morado, el color preferido del artista. Me exigió gorra, chaqueta, camiseta, jean y tenis que traían los logos y la figura de Justin Bieber. Se hacían llamar las “Beliebers” y se detestaban con las “Directioners” fanáticas del grupo rival One Direction. Visualicé el parque de la Leyenda Vallenata de Valledupar vestido de rojo de pies a cabeza por una tribu llamada “Silvestrista” y días después el mismo parque con una ola amarilla colmado hasta las banderas por la congregación de los “Martinistas” unos pertenecientes al llamado “Silvestrismo” del cantante Silvestre Dangond y los otros al “Martinismo” del Gran Martín Elías. Se repelían a morir. También recordé que como miembro de la orquesta de Galy Galiano después de una presentación en la Feria de Cali pude ver el terrible enfrentamiento entre los seguidores del Grupo Niche y los de la Orquesta Guayacán, las bandas de salsa más representativas del país. Estaban en tarimas separadas y escuchaba como incendiaban a sus seguidores. Si por aquí llueve, por allá no escampa. La división está por todo lado, en cada rincón. Vaya, en mi juventud viví en un lugar en donde mi compadre Saúl Martínez era “Diomedista”, Ato Paba era “Binomista”, Alberto Oyaga era “Oñatista”, otro era “Zuletista”, etc. Yo deambulé por todos los bandos y terminé siendo un acérrimo “Diomedista”, organizando una fiesta en mi casa cada vez que salía un disco nuevo de Diomedes Díaz y en dichas parrandas solo se escuchaba música del Cacique de La Junta, y al que quería escuchar otra cosa lo invitaba a salir de mi casa. Para corroborar ese sentimiento veo que el compositor Omar Geles acaba de estrenar una canción que dice:

«Y al que no le guste Diomedes, de aquí se me va. ¡Pa´fuera!».

Tengo cuatro camisetas del Junior lo que me convierte en “Juniorista”, así que no puedo salir a la calle con ellas porque como están las cosas puedo ser un blanco fácil de alguna barra brava con otros colores.

¿A qué punto hemos llegado? Los Uribistas contra los Petristas y viceversa, los verdes del Nacional contra los azules de Millonarios y viceversa, los Derechistas, Izquierdistas, Liberalismo, Conservatismo, Comunistas, Capitalistas, Socialistas, Catolicismo, Cristianismo, Budistas, Islamistas, Evangelistas, parece que en Colombia la mayoría somos “istas” consciente o inconscientemente, porque pertenecemos algún “ismo”, consciente o inconscientemente. Cualquier obra, gestión o pronunciamiento que haga el “bando contrario”, sea la que sea, es mala y punto.

Doña Rosita me dio una lección, aquí no valen los títulos universitarios, ni los años, ni nada. Aquí se necesita es desarmar los espíritus, tranquilizar nuestras almas, pacificar nuestra mente, frenar nuestra lengua, respeto y tolerancia por los gustos, géneros, convicciones e ideologías de nuestro familiares, amigos, vecinos y desconocidos. Aceptación, compresión y no caer en la terrible frase «El que no está conmigo, está contra mí».

Respeto, Respeto, Respeto. Tolerancia, Tolerancia, Tolerancia. Enseñemos eso a nuestros hijos… o vamos a necesitar de un nuevo Libertador que venga a Liberarnos de nosotros mismos.

JESÚS VIDES.

Noviembre 5 de 2021

Deja un comentario